Buscando a la Pachamama en Bolivia, otra vez
Eduardo Gudynas
Hace pocos días atrás, el gobierno presentó unos eventos bajo el impactante título de “Re-Encuentro con la Pachamama” o con la “madre Tierra”. Su objetivo es protegerla por medio de cuatro medidas: una ley de la Defensoría de la Madre Tierra, otra sobre su protección y el ecocidio, un plan de acción y una convocatoria a una asamblea de la Tierra en las Naciones Unidas.
Abordar la crisis ambiental es más que necesario, dado los serios problemas que se enfrentan en Bolivia. Pero es necesario hacerlo de una manera que no repita errores y confusiones pasadas. Es que esta nueva iniciativa tiene un nexo histórico directo con la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y la Defensa de la Madre Tierra, celebrada en Tiquipaya, en las afueras de Cochabamba, en 2010. Lo que se intente en este presente no puede hacerse olvidando errores y aprendizajes a lo largo de diez años.
En Tiquipaya se abordaron temas ambientales, bajo declaraciones muy ambiciosas, y con enorme repercusión internacional. Aunque muchos lo recuerdan por el polémico discurso de Evo Morales vinculando a los transgénicos y a los pollos, con la homosexualidad y la calvicie, es más riguroso enfocarse en lo sustantivo. Es que allí se iniciaron dos cambios sustanciales que tuvieran consecuencias que se consolidaron en los años siguientes.
Dos giros clave
En primer lugar ocurrió un cambio conceptual. La protección ambiental siempre tiene una escala local que es inevitable ya que corresponde a sitios precisos como pueden ser cerros o bosques. Del mismo modo, la Pachamama siempre es local ya que está anclada en un territorio, en ayllus específicos aclaran algunos. En cambio, en Tiquipaya se lanzó una nueva mirada que representa a la Madre Tierra como si fuera todo el planeta. En esa postura participaron tanto el canciller David Choquehuanca como Pablo Solón, quien en ese momento integraba el gobierno. Bajo esa lógica, lo local se desvanecía en lo global. La necesidad de calidad ambiental y protección ecológica dentro de Bolivia quedaba por detrás de una retórica global.
Este giro tuvo consecuencias sustantivas: permitió que los gobiernos de Morales repitieran discursos internacionales sobre la Madre Tierra, con duras críticas al capitalismo, pero hasta que no se lograra un cambio radical simultáneo en todo el planeta, podía seguir siendo extractivista, con todo su daño ecológico. Esto fue aceptado acríticamente por muchos, sobre todo en el extranjero. Con el paso del tiempo fue amplificado desde el gobierno, desembocando por ejemplo en los conocidos dichos del vicepresidente Álvaro García Linera defendiendo más extractivismos.
El segundo cambio fue práctico. En Tiquipaya los organizadores del evento, el gobierno, impidió que se discutieran los temas internos bolivianos. Por esas razones se organizó la recordada “mesa rebelde”, autoconvocada y por fuera del programa oficial, con la participación de organizaciones indígenas (como CONAMAQ), ambientalistas o comunidades locales.
Esta fue una de las primeras expresiones estructuradas para desprestigiar y excluir voces ciudadanas independientes. Recordemos que Morales afirmó que esa mesa era un negocio de las fundaciones, y el entonces canciller Choquehuanca, se preguntaba si era algo “organizado por los que defienden el capitalismo”(1). Esto también se fortaleció, con mayores controles, hostigamientos y limitaciones a la organización ciudadana en los años siguientes.
Una década de deterioro
Cuando desde hoy se mira la década que transcurrió desde Tiquipaya quedan en evidencia las consecuencias de aquellos giros. Por ejemplo, la deforestación no se detuvo, y entre 2010 y 2020, se perdieron más de dos millones de hectáreas de bosques primarios (2). Situaciones similares se repiten en otros ecosistemas. La extracción de recursos naturales aumentó dramáticamente, las exportaciones pasaron desde casi 12 millones toneladas en 2010, a más de 20 millones en 2017 (3). Tampoco se pueden olvidar los innumerables conflictos sociales; el caso del TIPNIS sigue siendo emblemático, ya que no había nada más alejado de proteger la Madre Tierra que imponerle una carretera o reprimir a los marchistas.
La reciente revisión de los efectos de los distintos extractivismos sobre los derechos humanos reconocidos en la CEP, a lo largo de todos los gobiernos del MAS, agrega otro aspecto sombrío. Al menos existen 20 derechos constitucionales que están de alguna manera relacionados con los extractivismos, y se encontró que todos ellos sufrieron algún tipo de violación (4).
Nueva iniciativa gubernamental
La actual propuesta gubernamental tiene aspectos en común con aquella de Tiquipaya. Participan los mismos actores políticos y gobierna el mismo partido, y se repite el énfasis internacional. Y otra vez faltan las medidas concretas para lo que ocurre dentro del país.
El proceso invoca a la Pachamama, y aunque esa categoría tiene sus raíces en saberes y sensibilidades de comunidades campesinas e indígenas, en el evento de lanzamiento no participó alguien que proviniera de esos ámbitos y pudiera hablar sobre ella. La Pachamama estaba en los titulares pero no en los contenidos, y sea cae así en usos publicitarios que no refuerzan una discusión seria y plural sobre ese concepto.
Ante los dos proyectos de ley, como están desvinculados de la realidad, al decir de Pablo Villegas, el escepticismo no desaparece (5). El país ya cuenta con muchas normas ambientales que no se aplican adecuadamente y cuando se violan, la penalización frecuentemente no existe (basta recordar las controversias con las evaluaciones y monitoreos ambientales de la minería cooperativa). El Estado ha actuado en sentido inverso, generando condiciones que producen más daño ambiental (como sucedió con los incendios forestales de 2019). Un verdadero compromiso con la Pachamama comenzaría por derogar cuanto antes esas conocidas normas y políticas que permiten la destrucción ambiental o impiden las acciones ciudadanas. Pero también requiere tener presente lo ocurrido en los últimos años para no repetir los errores pasados.
Notas
- Citas en: Mesa 18. Mesa Popular. Fobomade, Conamaq y BolPress, 2011.
- Basado en Global Forest Watch.
- Basado en International Resource Panel, PNUMA,
- Derechos y violencias en los extractivismos, O. Campanini, M.A. Gandarillas y E. Gudynas, La Libre, Cochabamba, 2019.
- Defensoría de la Madre Tierra: el fuego ofreciendo agua al bosque, P. Villegas, CEDIB, 16 abril.
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Artículo publicado en Página Siete (La Paz, Bolivia), el 25 abril 2021.