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Laudato Si – ética ecológica y pensamiento sistémico

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La Ética Ecológica y el Pensamiento Sistémico del Papa Francisco

Por Fritjof Capra

El título de la nueva encíclica del Papa, Laudato Si ‘(“Alabado Seas”), del 24 de mayo de 2015 y publicado en ocho idiomas el 18 de junio, es una frase de Umbría de la famosa canción religiosa “Cántico del Sol” por San Francisco de Asís, el santo patrono de la ecología. El subtítulo de la encíclica, “Sobre el cuidado de la casa común”, se refiere a la Tierra como oikos (“casa”), la raíz griega de la palabra “ecología”, mientras que el cuidado (curando en italiano, español y portugués) es una práctica característica de la teología de la liberación en América Latina.

El texto de la encíclica papal, un año en fabricación y escrito con la ayuda de un gran equipo de teólogos, filósofos y científicos, revela no sólo la gran autoridad moral del Papa Francisco, sino también su completa familiaridad con muchos conceptos e ideas de la ciencia contemporánea.

Durante los últimos treinta años, una nueva concepción de la vida se ha convertido en la vanguardia de la ciencia – una visión unificadora que integra las dimensiones biológicas, cognitivas, sociales y ecológicas de la vida. En el mismo centro de esta nueva comprensión de la vida nos encontramos con un profundo cambio en las metáforas: de ver el mundo como una máquina hacia entenderla como una red. Esta nueva ciencia de la vida está siendo desarrollada ahora por destacados investigadores y sus equipos alrededor todo el mundo. Sus conceptos e ideas se integran en una gran síntesis en la Visión Sistémica de la Vida, un libro de texto del cual soy co-autor con Pier Luigi Luisi y que fue publicado en el 2014 por la Imprenta de la Universidad de Cambridge.

Llamamos a la nueva concepción de la vida un “visión de sistemas” porque involucra un nuevo tipo de pensamiento – pensar en términos de conectividad, las relaciones, los patrones y el contexto. En la ciencia, esta forma de pensar es conocida como “pensamiento sistémico”, ya que es crucial para la comprensión de los sistemas vivos de cualquier tipo – los organismos vivos, los sistemas sociales, o los ecosistemas.
La visión sistémica de la vida será la base conceptual de mi análisis de la encíclica del Papa en este ensayo. Voy a mostrar que la ética radical defendida por el Papa Francisco, expresada a veces, pero no siempre, en lenguaje teológico, es esencialmente la ética de la ecología profunda, la escuela filosófica fundada por Arne Naess en la década de 1970. También voy a mostrar con muchos ejemplos que el Papa Francisco se revela a sí mismo en Laudato Si ‘como un verdadero pensador sistémico.
Ética y el bien común

Desde una perspectiva sistémica, el comportamiento ético siempre se relaciona con la comunidad; es el comportamiento por el bien común. En el mundo actual, hay dos comunidades pertinentes a la que todos pertenecemos. Todos somos miembros de la humanidad y todos pertenecemos a la Casa de la Tierra, la biosfera global. Como miembros de la comunidad humana, nuestro comportamiento debe reflejar el respeto hacia la dignidad humana y los derechos humanos básicos. Como miembros de la Casa de la Tierra, nuestra “casa común”, no debemos interferir con la capacidad inherente de la naturaleza para mantener la vida. Este es el significado esencial de la sostenibilidad ecológica.

La característica determinante de la ecología profunda es un cambio de los valores antropocéntricos (centrados en el hombre) hacia los valores ecocéntricos (centrados en la tierra). Es una visión del mundo que reconoce el valor inherente de la vida no humana, reconociendo que todos los seres vivos son miembros de comunidades ecológicas, unidos en redes de interdependencia. Todas estas consideraciones y el sistema radicalmente nuevo de la ética que implican, se expresan claramente en la encíclica papal, como se muestra en los siguientes pasajes.

156. La ecología humana es inseparable de la noción de bien común, un principio que cumple un rol central y unificador en la ética social.

95. El medio ambiente es un bien colectivo, patrimonio de toda la humanidad y responsabilidad de todos. Quien se apropia algo es sólo para administrarlo en bien de todos.

157. Toda la sociedad –y en ella, de manera especial el Estado– tiene la obligación de defender y promover el bien común.

5. El auténtico desarrollo humano posee un carácter moral y supone el pleno respeto a la persona humana, pero también debe prestar atención al mundo natural y «tener en cuenta la naturaleza de cada ser y su mutua conexión en un sistema ordenado.”

33. Pero no basta pensar en las distintas especies sólo como eventuales « recursos » explotables, olvidando que tienen un valor en sí mismas…Por nuestra causa, miles de especies ya no darán gloria a Dios con su existencia ni podrán comunicarnos su propio mensaje. No tenemos derecho.

42. Porque todas las criaturas están conectadas, cada una debe ser valorada con afecto y admiración, y todos los seres nos necesitamos unos a otros.

159. La noción de bien común incorpora también a las generaciones futuras. Las crisis económicas internacionales han mostrado con crudeza los efectos dañinos que trae aparejado el desconocimiento de un destino común, del cual no pueden ser excluidos quienes vienen detrás de nosotros… Ya no puede hablarse de desarrollo sostenible sin una solidaridad intergeneracional…No estamos hablando de una actitud opcional, sino de una cuestión básica de justicia, ya que la tierra que recibimos pertenece también a los que vendrán.

162. La dificultad para tomar en serio este desafío tiene que ver con un deterioro ético y cultural, que acompaña al deterioro ecológico.
Los valores de la ecología profunda y sus implicaciones para la construcción de un mundo justo, sostenible y pacífico se elaboran en función de dieciséis principios éticos en la Carta de la Tierra, un documento único mencionado por el Papa Francisco explícitamente como fuente de inspiración:

207. La Carta de la Tierra nos invitaba a todos a dejar atrás una etapa de autodestrucción y a comenzar de nuevo, pero todavía no hemos desarrollado una conciencia universal que lo haga posible. Por eso me atrevo a proponer nuevamente aquel precioso desafío: «Como nunca antes en la historia, el destino común nos hace un llamado a buscar un nuevo comienzo […] ¨Que el nuestro sea un tiempo que se recuerde por el despertar de una nueva reverencia ante la vida; por la firme resolución de alcanzar la sostenibilidad; por el aceleramiento en la lucha por la justicia y la paz y por la alegre celebración de la vida¨
Ciencia y religión

Es impresionante que a través de todo el documento, el Papa Francisco utiliza un lenguaje científico contemporáneo con total desenvoltura. Los términos técnicos como “paradigma”, “reduccionismo”, “microorganismos”, “partículas subatómicas”, “salto cuántico”, etc. aparecen una y otra vez. Para citar sólo un ejemplo, en el párrafo 18 el Papa señala el contraste entre el ritmo agitado de la vida moderna y el ritmo mucho más lento de la evolución:

18. Si bien el cambio es parte de la dinámica de los sistemas complejos, la velocidad que las acciones humanas le imponen hoy contrasta con la natural lentitud de la evolución biológica.

En vista del cuestionamiento generalizado de la evolución por los fundamentalistas Cristianos, especialmente en los Estados Unidos, la referencia del Papa del hecho de la evolución biológica, sin ninguna necesidad de nuevas observaciones, es verdaderamente transcendental. De hecho, el Papa Francisco cita al comienzo de su análisis la situación del mundo que basa en la ciencia sólida:

15. En primer lugar, haré un breve recorrido por distintos aspectos de la actual crisis ecológica, con el fin de asumir los mejores frutos de la investigación científica actualmente disponible, dejarnos interpelar por ella en profundidad y dar una base concreta al itinerario ético y espiritual como se indica a continuación.

En la historia del cristianismo, las declaraciones teológicas acerca de la naturaleza del mundo, o sobre la naturaleza humana, a menudo eran consideradas como verdades literales y cualquier intento de cuestionar o modificar ellos se consideró herética. Esta posición rígida de la Iglesia llevó a los conocidos conflictos entre la ciencia y el cristianismo fundamentalista, que han continuado hasta nuestros días. En estos conflictos, se toman posiciones antagónicas a menudo por los fundamentalistas de ambos lados, que no toman en cuenta el carácter limitado y aproximado de todas las teorías científicas, por un lado y la naturaleza metafórica y simbólica de la lengua en las escrituras religiosas, en el otro. El Papa Francisco parece ser muy consciente de este problema y explícitamente enfatiza la naturaleza simbólica del lenguaje religioso:

66. Los relatos de la creación en el libro del Génesis contienen, en su lenguaje simbólico y narrativo, profundas enseñanzas sobre la existencia humana y su realidad histórica.

De hecho, Francisco utiliza el lenguaje religioso principalmente en relación con la ética, argumentando que el cuidado del bien común es valioso sea o no motivado por la fe religiosa:

199. En realidad, es ingenuo pensar que los principios éticos puedan presentarse de un modo puramente abstracto, desligados de todo contexto, y el hecho de que aparezcan con un lenguaje religioso no les quita valor alguno en el debate público. Los principios éticos que la razón es capaz de percibir pueden reaparecer siempre bajo distintos ropajes y expresados con lenguajes diversos, incluso religiosos.
“Ecología Integral”

La visión sistémica de la vida, integrando las dimensiones biológicas, cognitivas, sociales y ecológicas de la vida, está implícito en el marco conceptual de Laudato Si’. El Papa afirma explícitamente que la solución a nuestros problemas globales requiere una nueva forma de pensar, y él deja claro que lo que tiene en mente es un pensamiento en términos de conectividad y relaciones – en otras palabras, el pensamiento sistémico:

215. La educación será ineficaz y sus esfuerzos serán estériles si no procura también difundir un nuevo paradigma acerca del ser humano, la vida, la sociedad y la relación con la naturaleza.

79. En este universo, conformado por sistemas abiertos que entran en comunicación unos con otros, podemos descubrir innumerables formas de relación y participación.

138. No está de más insistir en que todo está conectado. El tiempo y el espacio no son independientes entre sí, y ni siquiera los átomos o las partículas subatómicas se pueden considerar por separado.

El Papa Francisco utiliza el término “ecología integral” para referirse al enfoque sistémico, y destaca especialmente la interdependencia de las cuestiones ecológicas y sociales, así como la necesidad de respetar y honrar, las culturas indígenas locales:

137. Dado que todo está íntimamente relacionado, y que los problemas actuales requieren una mirada que tenga en cuenta todos los factores de la crisis mundial, propongo que nos detengamos ahora a pensar en los distintos aspectos de una ecología integral, que incorpore claramente las dimensiones humanas y sociales.

49. Pero hoy no podemos dejar de reconocer que un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres.

143. Junto con el patrimonio natural, hay un patrimonio histórico, artístico y cultural, igualmente amenazado… Por eso, la ecología también supone el cuidado de las riquezas culturales de la humanidad en su sentido más amplio. De manera más directa, reclama prestar atención a las culturas locales…

146. En este sentido, es indispensable prestar especial atención a las comunidades aborígenes con sus tradiciones culturales. No son una simple minoría entre otras, sino que deben convertirse en los principales interlocutores, sobre todo a la hora de avanzar en grandes proyectos que afecten a sus espacios.

En su encíclica, el Papa no sólo enfatiza los valores y la ética de la ecología profunda, si no que también muestra su “alfabetización ecológica” – su comprensión de los principios de la organización de los ecosistemas de la naturaleza – como por ejemplo, en los siguientes pasajes.

34. Posiblemente nos inquieta saber de la extinción de un mamífero o de un ave, por su mayor visibilidad. Pero para el buen funcionamiento de los ecosistemas también son necesarios los hongos, las algas, los gusanos, los insectos, los reptiles y la innumerable variedad de microorganismos.

22. Nos cuesta reconocer que el funcionamiento de los ecosistemas naturales es ejemplar: las plantas sintetizan nutrientes que alimentan a los herbívoros; estos a su vez alimentan a los seres carnívoros, que proporcionan importantes cantidades de residuos orgánicos, los cuales dan lugar a una nueva generación de vegetales.

140. Aunque no tengamos conciencia de ello, dependemos de ese conjunto para nuestra propia existencia. Cabe recordar que los ecosistemas intervienen en el secuestro de anhídrido carbónico, en la purificación del agua, en el control de enfermedades y plagas, en la formación del suelo, en la descomposición de residuos y en muchísimos otros servicios que olvidamos o ignoramos…Por eso, cuando se habla de «uso sostenible», siempre hay que incorporar una consideración sobre la capacidad de regeneración de cada ecosistema en sus diversas áreas y aspectos.
El estado del mundo

La encíclica se compone de seis capítulos. En el primer capítulo, el Papa Francisco presenta su evaluación de la situación del mundo – ” Lo que le está pasando a nuestra casa”, como él dice. Hoy en día, existe un amplio consenso entre los estudiosos, líderes comunitarios y activistas de que los principales problemas de nuestro tiempo – la energía, el medio ambiente, el cambio climático, la inequidad, la violencia y la guerra – no puede entenderse de manera aislada. Son problemas sistémicos, lo que significa que están todos interconectados y son interdependientes. El Papa Francisco está totalmente de acuerdo con esta reflexión fundamental:

61. (…) los problemas del mundo no pueden analizarse ni explicarse de forma aislada.

139. No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental.

175. La misma lógica que dificulta tomar decisiones drásticas para invertir la tendencia al calentamiento global es la que no permite cumplir con el objetivo de erradicar la pobreza.

El hecho de que los principales problemas de nuestro tiempo son problemas sistémicos implica que requieren las soluciones sistémicas correspondientes – soluciones que no resuelven ningún problema de forma aislada, sino que deben ser resueltos dentro del contexto de otros problemas relacionados. Desafortunadamente, esto no es entendido por nuestros líderes políticos y empresariales, la mayoría de los cuales son incapaces de “conectar los puntos”, para usar una frase popular.

En lugar de tomar en cuenta la interconexión de nuestros principales problemas, sus llamadas “soluciones” tienden a centrarse en un solo problema, por lo tanto, simplemente trasladan el problema a otra parte del sistema – por ejemplo, mediante la producción de más energía a expensas de la biodiversidad, de la salud pública o de la estabilidad del clima. El Papa Francisco es muy crítico de esta grave deficiencia:
20. La tecnología que, ligada a las finanzas, pretende ser la única solución de los problemas, de hecho suele ser incapaz de ver el misterio de las múltiples relaciones que existen entre las cosas, y por eso a veces resuelve un problema creando otros.

111. Buscar sólo un remedio técnico a cada problema ambiental que surja es aislar cosas que en la realidad están entrelazadas y esconder los verdaderos y más profundos problemas del sistema mundial.

El Papa también reconoce claramente que el pensamiento sistémico – o “ecología integral”, en sus palabras – es inherentemente multidisciplinario. De ahí que aboga firmemente por un enfoque multidisciplinario para resolver nuestros grandes problemas globales:

110. La fragmentación de los saberes cumple su función a la hora de lograr aplicaciones concretas, pero suele llevar a perder el sentido de la totalidad, de las relaciones que existen entre las cosas, del horizonte amplio, que se vuelve irrelevante. Esto mismo impide encontrar caminos adecuados para resolver los problemas más complejos del mundo actual, sobre todo del ambiente y de los pobres, que no se pueden abordar desde una sola mirada o desde un solo tipo de intereses.

197. Necesitamos una política que piense con visión amplia, y que lleve adelante un replanteo integral, incorporando en un diálogo interdisciplinario los diversos aspectos de la crisis.

63. Si tenemos en cuenta la complejidad de la crisis ecológica y sus múltiples causas, deberíamos reconocer que las soluciones no pueden llegar desde un único modo de interpretar y transformar la realidad. También es necesario acudir a las diversas riquezas culturales de los pueblos, al arte y a la poesía, a la vida interior y a la espiritualidad.
La ilusión del crecimiento ilimitado

En el corazón mismo de nuestra crisis global se encuentra la ilusión de que el crecimiento ilimitado es posible en un planeta finito. El crecimiento económico y empresarial son las fuerzas motrices del capitalismo global, el sistema económico dominante en la actualidad. En este sistema económico, la creencia irracional en el crecimiento perpetuo se lleva a cabo sin descanso promoviendo el consumo excesivo y una economía de uso y desecho que es utiliza intensamente la energía y los recursos, generando residuos, contaminación y el agotamiento de los recursos naturales de la Tierra.

Además, estos problemas ambientales se ven agravados por el cambio climático global, causado por nuestras tecnologías basadas en combustibles fósiles y de alto consumo energético. El Papa Francisco reconoce claramente el defecto fatal de la idea del crecimiento perpetuo, y utiliza palabras fuertes para condenarlo, llamándolo una mentira en lugar de una ilusión:

106. En cambio ahora lo que interesa es extraer todo lo posible de las cosas por la imposición de la mano humana, que tiende a ignorar u olvidar la realidad misma de lo que tiene delante. De aquí se pasa fácilmente a la idea de un crecimiento infinito o ilimitado, que ha entusiasmado tanto a economistas, financistas y tecnólogos. Supone la mentira de la disponibilidad infinita de los bienes del planeta, que lleva a «estrujarlo» hasta el límite y más allá del límite.

El Papa también asocia la ilusión del crecimiento ilimitado con la noción lineal, unidimensional de progreso:

194. Simplemente se trata de redefinir el progreso. Un desarrollo tecnológico y económico que no deja un mundo mejor y una calidad de vida integralmente superior no puede considerarse progreso.

Parece, entonces, que nuestro desafío clave es cómo pasar de un sistema económico basado en la noción de crecimiento ilimitado a uno que sea a ecológicamente sostenible y socialmente justo a la vez. El crecimiento es una característica central de toda la vida, pero el crecimiento en la naturaleza no es lineal e ilimitado. Mientras que ciertas partes de organismos o ecosistemas crecen, otros disminuyen, liberando y reciclando sus componentes que se convierten en recursos para un nuevo crecimiento.

Este tipo de crecimiento equilibrado, multifacético, o “cualitativo” es bien conocido por los biólogos y ecologistas, y esto es exactamente lo que defiende el Papa:

193. (…) Hay que pensar también en detener un poco la marcha, en poner algunos límites racionales e incluso en volver atrás antes que sea tarde. Por eso ha llegado la hora de aceptar cierto decrecimiento en algunas partes del mundo aportando recursos para que se pueda crecer sanamente en otras partes.

De manera más general, el Papa Francisco implora por una economía basada en la ecología y diseñada para imitar los ciclos ecológicos que observamos en la naturaleza:

141. Por otra parte, el crecimiento económico tiende a producir automatismos y a homogeneizar, en orden a simplificar procedimientos y a reducir costos. Por eso es necesaria una ecología económica, capaz de obligar a considerar la realidad de manera más amplia.

22. En cambio, el sistema industrial, al final del ciclo de producción y de consumo, no ha desarrollado la capacidad de absorber y reutilizar residuos y desechos. Todavía no se ha logrado adoptar un modelo circular de producción que asegure recursos para todos y para las generaciones futuras, y que supone limitar al máximo el uso de los recursos no renovables, moderar el consumo, maximizar la eficiencia del aprovechamiento, reutilizar y reciclar.

Entre los síntomas de nuestra crisis global, el cambio climático y la desigualdad económica son quizás las más urgentes. El Papa Francisco aborda ambos con cierto detalle en su encíclica. Además, analiza el dramático aumento en el agotamiento de recursos y extinción de especies. Presta especial atención a la escasez de agua potable e inequívocamente condena la privatización del agua:

30. Mientras se deteriora constantemente la calidad del agua disponible, en algunos lugares avanza la tendencia a privatizar este recurso escaso, convertido en mercancía que se regula por las leyes del mercado. En realidad, el acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos.
Cambio climático

El cambio climático se discute en los párrafos 23-26 y en los párrafos 165 y 169 del texto de una forma que refleja con precisión el amplio consenso científico existente hoy día. Esto no debería sorprender, ya que uno de nuestros principales científicos del clima, Hans Joachim Schellnhuber, fue un asesor científico clave para el Papa durante muchos meses durante la redacción del Laudato Si’.

La sección sobre cambio climático comienza (en el párrafo 23) con la exhortación moral que “el clima es un bien común, que pertenece a todos y para todos.” Esto es seguido por breves discusiones sobre el calentamiento global, ¨debido a la gran concentración de los gases de efecto invernadero (dióxido de carbono, metano, óxido de nitrógeno y otros) liberados principalmente como resultado de la actividad humana¨. El uso intensivo de combustibles fósiles y la deforestación con fines agrícolas se mencionan como dos fuentes principales de gases de efecto invernadero.

Las múltiples consecuencias del cambio climático discutidas incluyen el aumento constante en los niveles del mar y el aumento de las condiciones climáticas extremas (23); la disminución de la biodiversidad del planeta y la acidificación de los océanos, lo que compromete la cadena alimenticia marina (24); y el trágico aumento en el número de refugiados climáticos (25).

Este análisis es seguido por llamado urgente del Papa a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y, eventualmente, eliminar gradualmente los combustibles fósiles:

26. Por eso se ha vuelto urgente e imperioso el desarrollo de políticas para que en los próximos años la emisión de anhídrido carbónico y de otros gases altamente contaminantes sea reducida drásticamente, por ejemplo, reemplazando la utilización de combustibles fósiles y desarrollando fuentes de energía renovable.

165. Sabemos que la tecnología basada en combustibles fósiles muy contaminantes –sobre todo el carbón, pero aun el petróleo y, en menor medida, el gas– necesita ser reemplazada progresivamente y sin demora.

Por último, el Papa Francisco lamenta la lentitud del progreso en el desarrollo de políticas climáticas eficaces y claramente denuncia la situación como un fracaso moral:

169. En lo relacionado con el cambio climático, los avances son lamentablemente muy escasos. La reducción de gases de efecto invernadero requiere honestidad, valentía y responsabilidad, sobre todo de los países más poderosos y más contaminantes…Las negociaciones internacionales no pueden avanzar significativamente por las posiciones de los países que privilegian sus intereses nacionales sobre el bien común global. Quienes sufrirán las consecuencias que nosotros intentamos disimular recordarán esta falta de conciencia y de responsabilidad.
Desigualdad económica

A lo largo de la encíclica, el Papa Francisco enfatiza la interdependencia de la degradación ambiental y social. Enumera numerosos signos del devastador impacto social de la globalización económica, con especial atención a la desigualdad económica:

48. El ambiente humano y el ambiente natural se degradan juntos, y no podremos afrontar adecuadamente la degradación ambiental si no prestamos atención a causas que tienen que ver con la degradación humana y social. De hecho, el deterioro del ambiente y el de la sociedad afectan de un modo especial a los más débiles del planeta.

46. Entre los componentes sociales del cambio global se incluyen los efectos laborales de algunas innovaciones tecnológicas, la exclusión social, la inequidad en la disponibilidad y el consumo de energía y de otros servicios, la fragmentación social, el crecimiento de la violencia y el surgimiento de nuevas formas de agresividad social, el narcotráfico y el consumo creciente de drogas entre los más jóvenes, la pérdida de identidad. Son signos, entre otros, que muestran que el crecimiento de los últimos dos siglos no ha significado en todos sus aspectos un verdadero progreso integral y una mejora de la calidad de vida. Algunos de estos signos son al mismo tiempo síntomas de una verdadera degradación social, de una silenciosa ruptura de los lazos de integración y de comunión social.

51. La inequidad no afecta sólo a individuos, sino a países enteros, y obliga a pensar en una ética de las relaciones internacionales. Porque hay una verdadera «deuda ecológica», particularmente entre el Norte y el Sur, relacionada con desequilibrios comerciales con consecuencias en el ámbito ecológico, así como con el uso desproporcionado de los recursos naturales llevado a cabo históricamente por algunos países. «Constatamos que con frecuencia las empresas que obran así son multinacionales»¨.

Tal vez la única sección poco convincente de la encíclica es el párrafo 50, donde el Papa Francisco intenta minimizar la importancia de estabilizar la población. Esto quizás no sea sorprendente, dada la firme oposición de la Iglesia al control de la natalidad. Es especialmente lamentable, sin embargo, en vista del hecho de que los demógrafos han documentado una y otra vez la fuerte correlación entre la disminución de las tasas de natalidad y los derechos de las mujeres, en particular el acceso a la educación. Esto habría dado el Papa otra oportunidad para enfatizar la interdependencia del equilibrio ecológico y la justicia social, que es uno de los temas principales de su encíclica.
Necesidad de un consenso global

Al final de su amplio análisis sistémico y ético de la situación del mundo, el Papa Francisco concluye que es necesario un consenso mundial para una acción eficaz:

164. Para afrontar los problemas de fondo, que no pueden ser resueltos por acciones de países aislados, es indispensable un consenso mundial que lleve, por ejemplo, a programar una agricultura sostenible y diversificada, a desarrollar formas renovables y poco contaminantes de energía, a fomentar una mayor eficiencia energética, a promover una gestión más adecuada de los recursos forestales y marinos, a asegurar a todos el acceso al agua potable.

El Papa denuncia la falta de liderazgo político para lograr el consenso mundial que se necesita con urgencia, y no duda en nombrar a la amplia corrupción política, a menudo institucionalizada, como el principal culpable:

54. Llama la atención la debilidad de la reacción política internacional. El sometimiento de la política ante la tecnología y las finanzas se muestra en el fracaso de las Cumbres mundiales sobre medio ambiente. Hay demasiados intereses particulares y muy fácilmente el interés económico llega a prevalecer sobre el bien común y a manipular la información para no ver afectados sus proyectos.

178. El drama del inmediatismo político, sostenido también por poblaciones consumistas, provoca la necesidad de producir crecimiento a corto plazo.Respondiendo a intereses electorales, los gobiernos no se exponen fácilmente a irritar a la población con medidas que puedan afectar al nivel de consumo o poner en riesgo inversiones extranjeras. La miopía de la construcción de poder detiene la integración de la agenda ambiental con mirada amplia en la agenda pública de los gobiernos.

182. (…) Mientras la corrupción, que esconde el verdadero impacto ambiental de un proyecto a cambio de favores, suele llevar a acuerdos espurios que evitan informar y debatir ampliamente.

A lo largo de su encíclica, el Papa Francisco alaba las acciones de la red mundial de organizaciones no gubernamentales (ONG), conocida como la sociedad civil global, para sensibilizar al público y desarrollar soluciones sistémicas en una variedad de áreas:

13. Merecen una gratitud especial quienes luchan con vigor para resolver las consecuencias dramáticas de la degradación ambiental en las vidas de los más pobres del mundo. Los jóvenes nos reclaman un cambio.

14. El movimiento ecológico mundial ya ha recorrido un largo y rico camino, y ha generado numerosas agrupaciones ciudadanas que ayudaron a la concientización.

38. Es loable la tarea de organismos internacionales y de organizaciones de la sociedad civil que sensibilizan a las poblaciones y cooperan críticamente, también utilizando legítimos mecanismos de presión, para que cada gobierno cumpla con su propio e indelegable deber de preservar el ambiente y los recursos naturales de su país, sin venderse a intereses espurios locales o internacionales.

166. El movimiento ecológico mundial ha hecho ya un largo recorrido, enriquecido por el esfuerzo de muchas organizaciones de la sociedad civil. No sería posible aquí mencionarlas a todas ni recorrer la historia de sus aportes. Pero, gracias a tanta entrega, las cuestiones ambientales han estado cada vez más presentes en la agenda pública y se han convertido en una invitación constante a pensar a largo plazo.
Al final, el Papa afirma inequívocamente que la única manera efectiva de desarrollar políticas ambientales y sociales apropiadas será a través de la presión política de los movimientos base hacia los gobiernos en todos los niveles:

179. La sociedad, a través de organismos no gubernamentales y asociaciones intermedias, debe obligar a los gobiernos a desarrollar normativas, procedimientos y controles más rigurosos. Si los ciudadanos no controlan al poder político –nacional, regional y municipal–, tampoco es posible un control de los daños ambientales.

Con esta encíclica, el Papa Francisco ha llevado por sí solo, a la Iglesia Católica a la vanguardia del movimiento de la ecología y se ha establecido a él mismo como un verdadero líder mundial en el molde de Václav Havel, Jimmy Carter, o el Dalai Lama. Sólo podemos esperar que la sabiduría y la pasión de Laudato Si resuenen con fuerza en todo el mundo.

Reproducido de Fuente: http://www.earthcharterinaction.org/contenido/articles/611/1/Laudato-Si–La-Etica-Ecologica-y-el-Pensamiento-Sistemico-del-Papa-Francisco-/Page1.html

La versión en castellano en Revista EcoHabitar. Junio 2015.